TEXTOS RIO
LA TERCERA ORILLA
Nos las tenemos que ver con un mundo anfibio, con unos espacios que por los caminos analógicos –como me parece encontrar en toda la obra de Ana María Rueda- fundan una tercera orilla. Nos tenemos que asomar, despojados, a una sintaxis del agua, a un silabario que registra dos caras de una misma moneda. De un lado, la esfera que atiende a la vigilia. Del otro, la que atiende al soñar como una forma del pensamiento.
No es el río de Heraclito, al que no entramos sino una sola vez. En el interactuar de formas tanto pensantes como pensadas, la tercera orilla que explora Ana María Rueda logra abrir una fisura en nuestro mundo visual.
¿ No es toda tercera orilla la posibilidad de lo imposible, la creación de un territorio donde tiene ocurrencia lo que permanecía oculto ?
¿ No son estas obras unos velos que develan? ¿ Secretas ventanas que se abren para recordarnos que el agua es pensamiento nómada, belleza en movimiento ?
¿ Cascadas de luces y penumbras ?
Quizá al hombre – eterno Narciso – le moleste la movilidad del agua porque en ella no logra fijar, como si ocurre en sus retratos o en su estatuaria, un rostro que quisiera inmortal. Prefiere por esto aguas estancadas.
No sucede así con quien ama los rituales de una hidrolatra, amante
de las aguas , alguien que fragua el matrimonio del agua y del cielo como si fueran dos grandes espejos. Dos grandes cristales que al mirarse de frente inauguraran un tercer espejo el cristal del asombro, el agua como poder seminal.
Cuando Henri Michaux viaja desde su febril ensoñacion al país de
los pastores del agua , y dice que un pastor silba y tras de el viene un arroyo, o que en esa patria lacustre se logra convocar los ríos, no puede dejar de pensarse en un hecho surreal afincado en una tercera orilla a veces la materia elusiva del agua se deja acunar por el creador de formas, en una suerte de alfarería de imposibles.
De esa materia elusiva, de esa materia que a veces convierte el reflejo del sauce en los cabellos de Ofelia- algo que para Gaston Bachellard pertenece a la ensoñacion de las aguas – esta hecha la obra de Ana María Rueda . Se trata de una memoria que flota entre las aguas. Que navega de la misma manera en la piel como en su anverso, como ocurre en el espejo de Alicia y como ocurre, también, en el sueño de la mujer que lava el agua.
JUAN MANUEL ROCA
THE THIRD RIVER BANK
We have to deal with an amphibious world, with some spaces that through analogical ways found a Third Shore, as it seems evident to me in the works by Ana María Rueda. We, despoiled, have to give a look to the syntax of water, to a syllabler that registers two faces of a same coin. On one hand the sphere that attends the fast. On the other, the one that attends dreaming as a form of thought.
It is not Heraclitus’ river, into which we can only submerge once. In the interaction of forms, at the same time able to think and to be thought about, the Third Shore explored by Ana María Rueda achieves to open a fissure in our visual world.
Is not the Third Shore the possibility for the Impossible, the creation of a territory where what was hid occurs?
Are not these works veils that unveil? Are not they secret windows that open up to remind us that water is nomad thought, beauty in movement? Are not they light falls and penumbra?
Maybe the human being, an eternal Narcissus, is bothered by the mobility of water since in it he or she cannot fix a willingly immortal face, as it does occur in portraits and statues. That is why one prefers still waters.
It does not happen this way with the one who loves the ritual of a “hydrolatrous”, a lover of the waters, someone who forges the marriage of Water and Sky as if they were two grand mirrors; two great crystals that, staring face to face, inaugurate a new mirror: that is the crystal of amazement, the water as a seminal power.
Traveling from his febrile illusion to the country of the “water shepherds”, Henri Michaux stated that as a shepherd whistles there is a stream right behind him. In that lacustrian homeland rivers are to be convoked, and one cannot avoid thinking of a surreal fact dwelling on the Third Shore: sometimes, the elusive matter of water allows itself to be cradled by the Creator of forms, as a sort of pottery craft of the Impossible.
Ana María Rueda’s works are done from that elusive matter, that matter that sometimes makes Ophelia’s hair out of the willow’s reflections, something named by Gaston Bachellard “the illusions of the waters”. It is a floating memory between waters, navigating the same way both on the skin as on its obverse, as it occurs with Alice’s mirror and as it occurs, also, in the dream of a woman washing the water.
JUAN MANUEL ROCA
La obra de Ana María Rueda se ha concentrado desde sus inicios en los elementos de la naturaleza según los filósofos presocráticos: agua, aire, tierra y fuego, los cuales representa imbuidos de un claro sentido metafórico. Aunque en algunas obras hay directas alusiones a los otros tres elementos, en la exposición de la Galería Lalit Kala Akademi de Nueva Delhi es el agua la principal protagonista y el elemento hacia el cual las imágenes predisponen nuestros sentidos e imaginación
A pesar de su carácter bidimensional, las obras de esta muestra no se presentan sobre los muros sino que se distribuyen en el espacio tridimensional a la manera de una instalación, sólo que, a diferencia de la mayoría de las instalaciones, la muestra pende del techo de la galería. El soporte sobre el que aparecen las imágenes, una malla microperforada, es transparente –como el agua—lo cual permite involucrar visualmente el espacio que alcanza a traslucirse. Pero los imágenes son diferentes en uno y otro lado de cada obra, gracias a lo cual la muestra varía considerablemente dependiendo del punto de vista del observador.
Un río imaginario, o mejor, emblemático, puesto que la artista lo ha utilizado con frecuencia a lo largo de su trayectoria, constituye el hilo conductor de esta exposición. Se trata de un río que involucra alusiones a la vida y a la muerte, al mundo físico y al espíritu, a los sentidos y el intelecto, y que por consiguiente impulsa al observador a consideraciones sobre su conciencia, intuiciones y experiencias..
Pero este río de Ana María Rueda no es simplemente un impulsor de reflexiones puntuales. La muestra tiene propósitos más profundos y de más aliento. Podría decirse que ilustra el río de Hercáclito, aquel al que no podemos descender dos veces por que en la segunda oportunidad ni el río ni nosotros somos los mismos. Es decir, la exposición es una reiteración visual de que todo fluye –como el agua– de que nada permanece invariable eternamente y de que todo tiene dos caras o dos maneras de aproximación, de tal suerte, por ejemplo, que si no existiera la muerte no sabríamos comprender la vida, o que si no existiera la guerra no sabríamos valorar la paz..
EDUARDO SERRANO RUEDA
Director de Asuntos Culturales
Ministerio de Relaciones Exteriores
Rueda´s;work has focused from the beginning in the elements of nature, according to the pre-socratic philospohers: water, air, earth, fire, allowing These elements to represent a clear metaphoric meaning.
In the work presented in this exhibition at the Lalit Kala Academy of New Delhi, water is the main protagonist; and the element towards which the images pre-dispose our senses and imagination.
Even though the work is bidimensional, it is exhibited in a tridimensional way, hanging from the ceiling and not from walls.
The images are different on each side,allowing a variety of perceptions, depending on the position of the observer. The work is printed on a transparent net- like water- which allows the visual involvement of space.
An imaginary river- a symbol, a representation. The artist has used it frequently throughout her entire work. The river is the conducting string of this exhibit. It is the river that refers to life and death, to the spirit and the senses, to the intellect. The observer is thrusted into his own perception of the consciousness, intuitions, experiences. But Ana Marias´river is not only an impulse of punctual reflection. The work exposed has deeper intention and spirit.
It could be said that it illustrates Hercaclitos´river. A river which you can only flow once, because a second time the river nor yourself would be the same.
Therefore this exhibit is a visual reiteration that everything flows- like water- that nothing remains permanent and that everything has two faces, or two ways of approaching it. For example if death did not exist we would not understand life, or if war did not exist, we would not know how to value peace.¬
EDUARDO SERRANO RUEDA
Director de Asuntos Culturales
Ministerio de Relaciones Exteriores